BARÓN ROJO EN EL ESTADIO DE OBRAS (ARGENTINA), NOVIEMBRE DEL 84

La ciudad está en vista de elecciones. Millones de carteles piden el voto afirmativo al contencioso argentino-chileno sobre Beagle, pero esos carteles andan, mezclados, tapados, por muchos miles de grandes posters que anuncian los conciertos de Barón Rojo en el Estadio de Obras de Buenos Aires. La política lanza su mensaje y el rock llega, y con el suyo, se lo medio tapa. Y la gente de aquí, la gente que apenas cree en la política, se fija mas en el Barón Rojo. Llega un grupo que para muchos es lo más grande del rock en español y todos lo esperan, hay mucho mas ambiente que la otra vez...Hace un año salió perfecto el show, los rockeros argentinos se doblaron ante el Barón, y todos lo recuerdan. Las ganas de verlos son muchas, los tickets se agotan. Durante horas, mas de 800 fans esperan con paciencia en el aeropuerto la llegada del avión de los Barones.


Barón en el gigantesco escenario americano

No es un biplano pequeño y rojo, es un jet transoceánico y lleno de gente, pero el Barón viene en él. Buenos Aires se ha volcado en recibirle, en darle de nueva la bienvenida, y por fin llegan. Fue visto y no visto. Rápido pero bonito. Llegaron, unos saludos, unas risas y para adelante. Miles de personas hacen colas en las alambradas del estadio (este mundo es un campo de concentración) y los Barones llegan en un Cadillac de 9 metros que les ha brindado la organización. Detalles cariñoso, pero lo mismo les hubiera dado, a ellos y a nosotros, que hubieran llegado en autobús o caminando... De pronto, docenas de pibes se fijan en lo que pasa y se lanzan sobre el coche, lo asaltan, se suben al techo, en el capó, en el maletero. golpean los cristales y gritan "¡Barón, Barón, Barón!...." El chofer se asusta, un bordillo infernal, y el tubo de escape que se rompe. La banda tiene un ataque de risa, tal vez por los comentarios del chofer, hombre absolutamente livido, tiene su salsa. Y llegará el show.


Armando en el concierto

Una voz en la oscuridad grita por los amplificadores: "Buenas noches Buenos Aires. De nuevo para todos ustedes...Barón Rojo". Era la voz de Caja, el Jesusito, manager de la banda, que como siempre allí estaba con ellos. Alaridos, miles de gargantas se rompen y de pronto un avión entra en picado y la gente contiene la respiración hasta que todo estalla como un volcán sobre el gigantesco escenario. Allí están las fieras, con sus guitarras, machacando el rock, gritando, jaleando larga vida al rock and roll. Suenan los grandes temas de "Volumen Brutal", "Metalmorfosis", todo esta "Al rojo vivo". Los Barones se las saben todas, han tardado diez segundos en meterse en un puño a esos catorce mil pibes que los adoran. Los alaridos son tan fuertes, el entusiasmo es tan grande que a veces por segundos, el grito de todos tapa el poderosísimo sonido amplificado que llega del escenario. Dicen quienes han visto conciertos rockeros en España que aquí el entusiasmo, la entrega de la gente es mayor, que aquí parece que estamos en la Gran Bretaña del 64, cuando los Beatles no podían escucharse mientras tocaban. Hay nenas que lloran, hay histeria, hay encanto, fuerza, entusiasmo que se desgarra.... El manager del grupo disfruta la vida en le "backstage" y escucho como alguien le comenta eso que algún boludo dijo en España: que Argentina ya no quería a los Barones y le pregunta porque el boludo no viene a ver esto. Termina el show y el Barón tiene que hacer tres bises y la gente no les deja irse, nadie quiere que la magia, la enorme comunión, se rompa. Pero chico, se acabo, todos a volver a casa. La fría luz del Estadio de Obras cae sobre miles de cabezas sudorosas que corean aquello de la otra vez "¡Olelé, olalá, vinieron desde España, que toquen otra mas!" Y el reino de la oscuridad engulle a sus criaturas.


Sherpa en Buenos Aires

En los rincones no se ve a ningún naufrago. Esta noche ocurrió algo gracioso que últimamente ha pasado también en Europa. Y que al día siguiente se repitió. Porque al día siguiente, los sismógrafos de San Pablo volvieron a detectar un temblor de tierra con epicentro en Buenos Aires. ¿Qué sucedía? Que el Barón volvía a descargar las bombas de su avión en la ciudad del río de la Plata. Fue muy bonito. Unos conciertos que los rockeros de aquí califican como de los más grandes e importantes que hayan vivido en este país. Los Barones son para la Argentina, uno de los grupos más grandes del mundo. Tanto como Kiss, como Scorpions, como Iron Maiden. Tal vez mas que muchos de los gigantes de habla inglesa, algunos de los cuales no han podido venir aún porque nadie paga sus precios....lo mismo, sin embargo, que se paga a Barón Rojo, cuya cotización en América Latina ahora, es la misma que la de esos grupos ya mencionados. Están en la elite, entre los dioses. Se lo han ganado. Muy pocos grupos de rock venden aquí 100.000 Lps en un par de meses y los Barones lo hicieron con "Volumen Brutal" y van a repetirlo y a superarlo con "Al Rojo Vivo".


Hermes en compañía de dos amigos en el backstage

Y aún hubo otro concierto, dos días después, en otro estadio, a 12 kilómetros...el cielo descargó un mar sobre nosotros...pero miles de empapados aguantaron de principio a fin. Lógico hubiera sido suspenderlo, peor no se pudo. Nadie hubiera querido. Algo que solo los grandes se ganan. Barón Rojo volvió a volar sobre cielo argentino y volvió a ganar la guerra. Y de nuevo la ganarán cuando otra vez estén aquí.

L.C.Buraya para la revista Rock de Lux